viernes, 2 de enero de 2015


No vemos la verdad porque estamos ciegos. Lo que nos ciega son todas esas

falsas creencias que tenemos en la mente. Necesitamos sentir que tenemos razón

y que los demás están equivocados. Confiamos en lo que creemos, y nuestras

creencias nos invitan a sufrir. Es como si viviésemos en medio de una bruma que

nos impide ver más allá de nuestras propias narices. Vivimos en una bruma que ni

tan siquiera es real. Es un sueño, nuestro sueño personal de la vida: lo que

creemos, todos los conceptos que tenemos sobre lo que somos, todos los

acuerdos a los que hemos llegado con los demás, con nosotros mismos e incluso

con Dios.
 

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